Iniciar el tratamiento del cáncer de manera oportuna es vital para mejorar las posibilidades de supervivencia y la calidad de vida del paciente. Un diagnóstico y tratamiento tempranos pueden prevenir que el cáncer se disemine a otras partes del cuerpo, lo que a menudo complica el tratamiento y reduce las tasas de éxito. La detección temprana es, por lo tanto, un pilar en la lucha contra el cáncer, enfatizando la importancia de los exámenes regulares y la conciencia sobre los síntomas tempranos. No existe ningún cáncer que se beneficie con el postergar la aplicación de algún tratamiento; ello solo debe a conflictos de cupo, logística de aplicación o riesgos y ajuste del tratamiento, que exigen una mayor preparación.